Parecía que Benítez ya era historia; infausta, pero historia del Real Madrid. Y parecía que Zidane era como el año nuevo: entrenador nuevo, vida nueva. Pero para desgracia del madridismo todavía perduran vestigios de Benítez. Lo ha vuelto a avisar Valverde el otro día en rueda de prensa: ‘’no hay muchas diferencias entre el Madrid de Benítez y el Madrid de Zidane’’. El Madrid de Zidane gana pero no convence. No convence ni fuera de casa ni cuando juega contra un equipo curtido. Las grandes hazañas no se consiguen derrotando a rivales menores.

El Madrid sigue siendo un equipo vulnerable en su fase defensiva. El equipo repite la descomposición característica de la era Benítez. Cuando el rival le presiona y neutralizar la salida de balón, el Madrid sufre mucho y concede muchas ocasiones al rival. Sí, esto les pasa a todos los equipos. Cuando los delanteros actúan estáticamente, sin ofrecer líneas de pase a los iniciadores, otorgas efectividad a la presión rival. Y tanto el día de copa en Barcelona como ayer en el Bernabéu, el Bilbao hizo un ejercicio ofensivo centelleante. Cuando te deshacen el medio campo el equipo no funciona. Pero en los repliegues blancos siempre se quedan descolgados varios jugadores, permitiendo que en demasiadas ocasiones haya superioridad numérica atacante respecto a la defensiva. Es ahí cuando acecha el fantasma de Benítez. Cuando el equipo deja de funcionar como un equipo y se parte. Entonces, el Madrid duda, se vuelve un equipo mediocre, y se juega las castañas a la pegada, que a veces se presenta y a veces no.

La fragilidad defensiva del Madrid también es patente. Nos vendieron un Benítez con una contundencia defensiva aterradora, y el tempo sentenció esta afirmación. Porque el bloque defensivo del Madrid era un flan movedizo con Benítez, y lo sigue siendo con Zidane. El propio Iván Helguera manifestó en Onda Cero hace unos días: ‘’El Madrid todavía no tiene la idea clara en defensa’’, y así es. Las ayudas son apenas inexistentes, los espacios entre líneas abismales, y las debilidades individuales preocupantes. Las opciones de ataque de los rivales por las alas son muy sencillas. Hacer un dos versus uno al lateral. Esto lo adolece especialmente Danilo, que es una calamidad en defensa. Otro aspecto de endeblez, es que no se guarda correctamente la línea defensiva. Los defensas se colocan de forma escalonada vetando el fuera de juega y autorizando la libre entrada de desmarques. Todo esto sucedía también con Benítez.

La calidad de fabricación del Madrid lleva a sacar los partidos adelante. No todos los partidos son un paseo. El efecto Zidane ha hecho lo que debía hacer. Ha cambiado la actitud de los jugadores, ya no se arrastran por el campo. No obstante, al Madrid le quedan muchas cosas por pulir y poco margen de tiempo y de oportunidades. La Champions está a la vuelta de la esquina y cualquier equipo medianamente decente le saca los colores al Madrid. En Europa los equipos no perdonan. Deben atarse los machos, ponerse el traje de cazafantasmas y empezar a hacer las cosas bien. Zidane todavía no ha solventado la papeleta.

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